15 de diciembre de 2016

Historia de un verdadero amor

Hoy quiero confesarte algo: ESTOY ENAMORADA DE TI.
Así, sin más rodeos, directa al centro de la diana...

No hace mucho (¿o quizás sí?) que siento este deseo irrefrenable de estar contigo.
Y no digo estar por estar...sino de estar contigo cuando eres tú en toda tu esencia. Cuando te brillan los ojos por hacer algo que te apasiona y que solo tú entiendes. Cuando das sentido a todo lo que cae en tus manos o pasa por delante de ti. Cuando dices que las palomitas blancas te dan suerte, o cuando te abres a mí dejándome ver que también tienes un lado débil que necesita llorar, gritar y buscar cobijo bajo una manta de comprensión y dulzura...porque sí, eres puro nervio, fortaleza y disciplina. Pero también eres un pequeño caos, torbellino de emociones y delicadeza. 
Solo yo puedo verte así, solo yo te conozco en tu totalidad. Solo yo confío y, al mismo tiempo, desconfío de ti...volviendo a confiar pasados escasos minutos, arrepintiéndome de haber dudado de tu capacidad pues, desde hace mucho, me llevas demostrando que no te dejas vencer con facilidad, que sueles conseguir lo que te propones, que defiendes tus ideas a pesar de que nadie las siga y, si las cosas no salen como deberían, siempre sueles acatarlo a la Ley de Murphy diciéndote "tenía que salir así". Y, con las mismas, te levantas al siguiente día, después de haber aprendido la lección, e intentas enmendar con parches ultra-resistentes todos tus errores. Y los luces con orgullo, sin la menor intención de ocultárselos a nadie, pues son tus heridas de guerra...de esta forma, al aire libre, puedes mirarlos cada vez que algo va mal, para recordarte qué cosas debes hacer y qué otras no. Pero nunca, o casi nunca, dejando de creer en ti. Me gusta tanto esta forma tuya de enfrentar la tormenta...

Admito que no siempre ha sido así. Las relaciones cambian y la nuestra ha tenido contradicciones del tipo amor-odio desde sus comienzos. Vale, he de reconocer que en todo momento había un atisbo de amor, aunque predominara el odio...pero nunca al revés, créeme.

Ese odio se ha esfumado o, al menos, ya no aparece con tanta frecuencia como antes, como cuando no hacías lo que amabas, como cuando no eras tan feliz como me gusta verte, como cuando no brillaban tus ojos, como cuando llorabas porque alguien pretendía herir tus sentimientos o tirar por la borda tus ideas...¡NO! ¡Perdona! en esta última situación no te odio a ti, sino a quien llegue con claras intenciones de destruirte sin argumentar de forma lógica sus opiniones, actos u omisiones para contigo.

Esta semana has vuelto a demostrarme que si quieres puedes. Que no hay nada como analizar tus errores con objetividad para poder darles forma, pasando estos de ir en tu contra a tu favor en cuestión de minutos. Hoy necesitaba tener un acto íntimo contigo, por todas las veces que no te digo lo mucho que te quiero, por todos los enfados que tuvimos...hoy necesitaba darte las GRACIAS por seguir confiando en tu valía, aún cuando el resto del mundo no lo hace.

Querido lector...si no te amas a ti mismo estás perdido. Quiérete mucho, es la base principal para querer al resto del mundo de forma amable y pura. Confía en ti, en lo que eres capaz de hacer, en tus ideas...aunque sean alocadas y nadie les encuentre el sentido ¿qué más dará? si se lo encuentras tú ya tienes medio camino andado.
Habla contigo mismo, analiza tus errores, pero ¡HAZTE UN FAVOR! empieza a decirte y observar, también, todo lo bonito que hay en ti...escribe una verdadera historia de amor contigo mismo, como yo, pues esa será la relación más duradera y auténtica que tendrás en toda tu vida.

No olvides que TÚ PSIQUE PUEDES confiar en ti...no dejes que nadie te haga creer lo contrario. Demuéstrales, DEMUÉSTRATE, lo que eres capaz de hacer.
¡Hasta la semana que viene, equipo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario