29 de octubre de 2017

Y tú ¿eres feliz?


De repente, observé cómo se dirigía hacia su coche (aparcado junto al río). No paseaba, tampoco iba demasiado rápido...parecía moverse con las mismas ganas de quien tiene que llegar a algún lugar en escasos minutos, pero no quiere.
Diría que su aspecto era descuidado, la percibía cansada y decepcionada. Faltaba brillo en su mirada y se apreciaba una sonrisa media en su rostro, algo forzada...su pelo era bonito, pelirrojo, con alguna cana y rizos asalvajados...quizás no era todo lo brillante que debía ser, ni estaba peinado a conciencia, pero contaba historias, como sus ojos apagados.
Vestía pantalón negro y camisa blanca, probablemente acababa de terminar su turno en uno de los restaurantes del lugar y se dirigía a sumergirse de cabeza en las tareas del hogar, el cuidado de los niños o, quizás, otro trabajo con el que llegar al salario mínimo para poder sobrevivir.

No era feliz. No es que no lo estuviera en ese momento, justo en el instante en que yo la observaba desde mi coche mientras esperaba que el semáforo me diera luz verde...simplemente no era feliz de forma general. Quizás sonría y se esfuerce en parecerlo, pero no lo es. Supongo que esas cosas se notan -me dije- y tras ese momento sentí pena. No fui feliz en ese instante, aunque de forma general, al contrario que la pelirroja de nuestra historia, sí lo sea.

¿Por qué el ritmo habitual nos obliga a ir mucho más rápido de lo que en realidad queremos?

¿Por qué nos limitamos a conformarnos con lo que tenemos si podemos optar a cosas que se adaptan a nuestras expectativas y sueños?

¿Por qué, desde que somos niños, se nos muestra una "vida normal" que hay que seguir sí o sí, cuando hay mucho más?

¿Por qué anteponemos miles de millones de cosas a nuestro propio bienestar?

Quizás el post de hoy no diga nada, o puede que lo diga todo. 
No busco daros las respuestas, más bien pretendo que busquéis dentro de vosotros y analicéis vuestra propia situación.
La semana que viene continuaré el post, que he decidido dividir en varias partes con la intención de hacer click en ti...con la intención de hacerte creer que tú psique puedes, solo tienes que querer.

Y tú ¿eres feliz?

27 de octubre de 2017

Planner noviembre ¡Disfruta planificando tu futuro!

¿Quién pensaba que ya me había olvidado de los planners de noviembre?
¡JAMÁS! ¿has oído bien? ¡Jamás lo haría!

Es cierto que últimamente ando un poco despistada y no tengo todo el tiempo que me gustaría para escribir mogollón de entradas y enseñaros cositas por las redes sociales, pero todo pasa por algo y en esta ocasión es porque estoy sumergida de lleno en dar un espacio físico, retador y profesional (sin perder nuestra identidad) a TÚ PSIQUE PUEDES...sí, querido equipo, esto marcha y en unos meses estaremos dando caña de la buena :) 
(Seréis los primeros en enteraros ¡os lo prometo!)

Esta semana he visto un pequeño hueco entre todos los preparativos y planes previstos y ya he preparado el post del domingo, porque sé que lo echáis casi más de menos que la que os habla...lo tendréis publicado a las 20:00 h. y tratará una historia real, una historia de "nadie" que al mismo tiempo podemos ser "todos". Una historia de círculos viciosos en la que su protagonista se olvida de vivir aquellas cosas que realmente deberían importar...sé que no os la queréis perder, así que doy por hecho que el domingo volveremos a vernos.

Pero antes ¿qué tal si comenzamos noviembre con buena letra?
Descarga e imprime los planificadores y empieza a colorear los penúltimos días de este maravilloso 2017.

CLICKEA LA IMAGEN PARA DESCARGAR TU PLANNER DIARIO DE NOVIEMBRE


CLICKEA LA IMAGEN PARA DESCARGAR TU PLANNER DIARIO DE NOVIEMBRE


Espero ver lo bonitos que os quedan en vuestros escritorios y oficinas por instagram y facebook 
¡Un abrazo, equipo!

1 de octubre de 2017

El suicidio de las emociones

¡Al fin domingo, equipo!
Como muchos de vosotros sabéis, hace tiempo que formo parte del equipazo de articulistas de "La nueva ruta del empleo". Aunque hace meses que no escribo en dicho medio (a veces una siente que "no le da la vida" y debe frenar el ritmo) amenazo con volver muy pronto ;)
Vale, ahora hemos llegado al punto en el que os estaréis preguntando con qué intención os cuento esto...
Pues bien, ayer mismo, mientras me encontraba descansando después de un mes de intenso trabajo, el titular de un artículo llamó poderosamente mi atención, espantando de un golpe a Morfeo y todas las hadas del sueño...impidiendo que pudiera cerrar los ojos y dormir (aunque lo necesitaba) hasta bien entrada la noche.
La lectura trataba el tema del suicidio de una forma diferente a como siempre lo hemos visto. En el mismo, familiares y personas que habían intentado acabar con sus vidas narraban historias reales acompañadas (justo ahí  estaba el punto diferencial con otras noticias) de imágenes que se habían tomado días (e incluso horas) antes de llevar a cabo el acto suicida. En las fotografías se observaban sonrientes, llenos de vida...de hecho, lo estaban, pero en ese caso pesaron más sus emociones y los "no puedo" que la vitalidad y la fuerza de sus años.
Me da pena, me produce dolor, vivir en un mundo que en demasiadas ocasiones nos impone ir sonriendo por la calle cuando, en realidad, lo que queremos es llorar y gritar que las cosas no van bien...que necesitamos ayuda.
Justo al finalizar mi lectura pensé ¿qué podría hacer para concienciar, al menos a unas pocas de decenas de personas, de la importancia de no dejar morir sus emociones? ¿qué podría hacer para  advertirles de que una cosa puede llevar a la otra...de que nadie está  libre si no trabaja ciertos aspectos vitales?
Entonces fue cuando recordé mi escrito del mes de marzo en la revista digital de la que os hablo...me conocéis y sabéis bien que prefiero invertir mi tiempo en mostraros novedades y ayudaros con nuevos artículos...pero esta vez la ocasión requería tirar de archivo y mostraros, nuevamente, mi post sobre "El suicidio de las emociones".
Sé que te interesa...así que ya solo me queda invitarte a seguir leyendo.


Según datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud, el suicidio (¿o lo llamamos TABUcidio?) es la segunda causa de muerte (estando solo por delante las enfermedades cardiovasculares) entre las personas de 15-29 años en todo el mundo, aunque evidentemente puede darse en cualquier edad.
Apuesto que muchos de vosotros estáis pensando: vaya tela el temita del que viene a hablarnos esta chica hoy. Lleváis razón, no es agradable y preferimos no oír hablar de ello si podemos evitarlo. De hecho, evitamos tantas cosas que podrían sanarse solo con hablarlas…
¡Tranquilidad en las masas! Aún no ha llegado el momento de hablar del suicidio físico, de la muerte autoinducida…pero sí el de hacernos conscientes de otro tipo de suicidio (que en absoluto deja de estar relacionado con el anterior): el de las emociones.

¿Cuántas veces callaste algo que NECESITABAS decir? Porque no estaba en tus planes molestar, porque no encajaba en el contexto, porque no te encontrabas con la persona adecuada, por no ser maleducado…

¿En cuántas ocasiones has sonreído por obligación? Aunque tus ojos dijeran todo lo contrario.
Mejor no hacemos memoria de todos esos momentos en los que quisimos llorar y no lo hicimos, o de esas otras veces en las que algo te dolió tanto que sentías que un objeto punzante te rajaba por dentro…pero, sin embargo, hiciste de tripas corazón.
Estarás de acuerdo conmigo cuando te digo que ninguna de las situaciones anteriores te hace bien. Todas provocan un alto grado de malestar. La mayoría muere con nosotros (eso, o un día explotas cual olla exprés y sálvese quien pueda) …todos somos, en parte, suicidas.

¿QUIÉN TENDRÁ LA CULPA? Si bien son muchos los factores que intervienen (empezando por nosotros mismos), no puedo evitar atribuir la mayor parte de la culpa a la sociedad injusta en la que nos desarrollamos. Nos han “domesticado” de forma que la mayoría de nosotros ha crecido pensando que lo correcto no es decir lo que se siente, sino más bien ignorar las emociones y tratar de sentir, a cambio, lo que creemos que debemos sentir. ¡Qué pena que el DEBO gane tantas batallas al QUIERO!
Guardemos un minuto de silencio por todos los sentimientos, pensamientos, impulsos y deseos que se han atrincherado en nuestro interior e impidamos que la represión emocional siga devorando nuestro interior ¿quieres saber cómo? Si tu respuesta es afirmativa, anota los SEIS ASPECTOS QUE PUEDEN AYUDARTE AL CAMBIO que, dicho sea de paso, no se consigue en un par de días. Sé paciente contigo mismo y entiende que la adopción de nuevos hábitos requiere paciencia y grandes sumas de esfuerzo. Eso sí, una vez conseguido, imagina lo agustito que vas a respirar.

1. Identifica tus sentimientos: Poner nombre y etiquetar tus emociones te permitirá identificarlas correctamente. Estudia cómo reacciona tu cuerpo ante determinadas situaciones. No reprimas, mejor analiza, porque saber qué sucede es primordial a la hora de empezar a plantearnos soluciones.
2. Identifica la causa: Preguntarte por qué te sientes así, va a favorecer que des con aquellas situaciones, personas, estados…que te hacen sentir de una u otra manera. Esto, por tanto, también permitirá que plantes cara a aquello que te hace mal y busques las circunstancias en las que tus emociones brotan de forma positiva.
3. Analiza tus pensamientos: Lo que piensas podría llegar a jugarte malas pasadas. Por tanto, antes de dar por hecho que la persona que está sentada en el bar a dos metros de ti se está riendo de tu corte de pelo, párate y piensa qué otras cosas pueden estar resultándole tan graciosas. Descubrir si lo que piensas es cierto, o te estás equivocando, puede ahorrarte sentimientos de ira o tristeza innecesarios.
4. Encuentra el mejor modo de expresar tus sentimientos: ten en cuenta todas las vertientes mediante las que puedes expresarlos y no consideres solo una opción. Cada sentimiento o emoción puede “gritarse” de diferentes formas…ya sea mediante palabras, conductas o a través del arte, todas son válidas si las empleas adecuadamente, no haces daño a nadie con ellas, y evitas tragarte el enredo de emociones negativas como has hecho hasta hoy.
5. Pregúntate qué pretendes conseguir tras dicha expresión: sentirte mejor, aclarar situaciones incómodas, resolver algún conflicto, tomar una decisión…esto te dará una ayudita para encontrar el modo más adecuado para expresarlas. Por ejemplo, pintar un cuadro o escribir un artículo puede irte genial para sentirte mejor por algo, pero difícilmente te ayudará a aclarar una situación incómoda con tu jefe.
6. Regula la intensidad de tus emociones: ¿Verdad que no es lo mismo resolver un conflicto gritando y dando puñetazos a los muebles, que hablando y escuchando a las otras partes implicadas? Si has entendido esta pregunta, no hace falta que te diga mucho más acerca de este punto.

No permitas que ningún día del resto de tu vida termine sin haber sido un poco más feliz, sin sentirte un poco más vivo por dentro. No te acuestes y sientas haber matado tus emociones al decirte “debería haber dicho/hecho…”. Y tú ¿estás preparado para dejar aparte tu lado suicida?